martes 24 de agosto de 2010

Abraza el dolor

Qué consejo tan raro.

Uno preferiría evadir el dolor que abrazarlo.

Sin embargo, en lo que respecta a la pérdida de mis padres tengo que recordar este sabio consejo: Abraza los recuerdos que traen el visitar Pittsburgh. Abraza la dulzura amarga de las calles conocidas, las colonias, los centros comerciales, los restaurantes y las iglesias.

Es aquí en Pittsburgh que con cada visita a casa experimento de nuevo el dolor de la pérdida de mi madre y padre. Dado que en Honduras vivo muy lejos de todos los que me conocieron antes de que me graduara de la universidad, no hay nadie que me cuente historias de mis padres y hermanos (Brian y Kim) o que me compartan anécdotas de mi infancia o juventud. Y pese que es un gran deleite escuchar estas historias, también siento un poco de dolor al recordar que ya no están. Así que el consejo es: Abraza la alegría y el dolor.

Los oídos de mis hijos se animan cuando escuchan a alguien decir… Ey Lisa, te acuerdas cuando nosotros… Ellos no conocen a nadie en América Latina que me conociera de niña y ponen mucha atención a estas historias. De la misma manera, mis oídos se alegran cuando alguien se acerca a mí en la iglesia y me dice: Recuerdo cuando tu mamá enseñó los estudios bíblicos en la Iglesia Memorial Park… O tu padre tenía un gran sentido del humor, cantamos juntos en el coro…

Ayer mientras manejaba hacia la Plaza Pine Creek, pasé enfrente de La Gran Muralla, uno de los restaurantes favoritos de comida China de mi padre. Mi mente se llenó de recuerdos de esas largas y prolongadas comidas en donde hablábamos español con los meseros y camareros de El Salvador que trabajaban ahí (¡él no podía con la ironía de que unos Salvadoreños trabajaran en un restaurante chino!). ¡Los niños brincaron a mi regazo y lloramos juntos, después de eso pedimos para llevar comida china!

Es que vivimos en un mundo tan diferente del que yo crecí. Es bueno para mi alma el reencontrarme con mi pena en cada visita que hago a Pittsburgh , el ir a visitar el cementerio de Memorial Park y poner una bandera en la tumba de mi padre el Día de la Independencia, el regocijarme cuando una mujer me dice como Dios utilizó a mi madre para acercarla hacia el Señor y a su Palabra, el recordar con entusiasmo con los amigos de mis padres sus memorias y escucharlos decir: Tú madre estaría tan orgullosa de ti, de tu hijos… te pareces tanto a ella… tu padre diría esto o esto otro…

He tratado de abrazar el dolor en estos tres meses que han pasado, pero al inclinarme hacia el él, me duele el recordar que mis hijos no tienen más a sus abuelos para disfrutarlos pero también me doy cuenta del hecho de que Dios me ha dado un rico legado en mis padres y una abundante patrimonio en cada una de las iglesias patrocinadoras de Pittsburgh.

Valeria, Víctor y yo regresamos a Honduras este primero de Septiembre.