domingo 02 de diciembre de 2012

¿Qué hacer….


¿Qué hacer….
…cuando necesitaba construir un mueble especial?
…cuando necesitaba ayuda con construir unos acertijos?
…cuando necesitaba que alguien supervisara la construcción de una casa?
…cuando necesitaba que alguien nos cuidara la casa cuando estábamos de viaje?
…cuando necesitaba que alguien les enseñara a los grupos de trabajo cómo hacer cemento?
La respuesta es la misma para todas las preguntas: Yo llamaría a Don Carlos Romero.  
Don Carlos pasó a la presencia del Señor esta noche.
La tia de Alfredo, MariaElena, me lo presentó en noviembre 1998, justo después de mudarnos de Costa Rica a Tegucigalpa, Honduras. Él ha estado trabajando con nosotros desde aquel entonces. Cada vez que recibimos un equipo de trabajo, Don Carlos participaría con nosotros, muchas veces viajando una semana al sitio de campamento para avanzar en el proyecto, y luego una vez que llegamos él supervisaría los obreros y les enseñaría a los norteamericanos a hacer cemento (así como se ven en las fotos).
El último equipo donde nos acompañó fue en julio a El Salvador cuando construimos unos acertijos en el Campamento Rehobot. La especialidad de Don Carlos era construir murallas. Él tenia 88 años y era bastante ágil para su edad.
Hay tantos proyectos que le reclutábamos a hacer, desde pistolas de madera para Victor, una tarima donde los niños pueden esconderse para leer, un escritorio para Valerie, otro para Alfredo, varios closets, estantes para mi oficina, aun nos construyó un kiosco de un pino que se cayó en nuestro patio.
Don Carlos fue un hombre muy humilde, de Nicaragua, quien vivió en Honduras ya por muchos años, y sirviendo con nosotros los últimos 18 años. Tenía un corazón de siervo, y tanto nuestra familia, todos los que nos visitaba y todos los grupos de trabajo le tenían gran afecto.
Muchas veces me recordaba de mi padre, los dos eran muy hábiles, y podían reparar cualquier cosa. Cuando murió mi padre, me llevé de regreso a Honduras varias de sus herramientas y se los regalé a Don Carlos para su taller de carpintería.
Lo vamos a extrañar.
Tenemos muchas memorias muy especiales de él. Durante uno de nuestros largos viajes que hicimos a Manantial de Vida, en las afueras de San Pedro Sula, me contó la historia de su vida, y le presenté el evangelio, y me aseguraba que él hablaba frecuentemente con el Señor y que creía que Jesús era su Salvador.        Anticipamos verlo en el cielo.