
Me tocó vivir muy de cerca esta tragedia, porque una amiga en común me llamó para pedirme que fuese a ver lo qué estaba pasando con la casa de nuestra vecina, ya que le habían avisado que estaba tomando fuego. El niño se había quedado adentro de la casa cuando el fuego empezó y no lo pudieron sacar hasta que había inhalado demasiado humo y ya los paramédicos no pudieron evitar su partida.
Mirar a su mami apretarle a su pecho en llanto y sufrir el intenso dolor de sentir a su niño como dormidito, pero sin vida, nos movió a orar con lagrimas en los ojos. Intercedimos con otras amigas de la familia que llegaron al lugar por el dolor de esta madre y el de su esposo (que estaba fuera de la ciudad y venia en camino al ser avisado). Oramos en contra de los pensamientos de culpa y el temor a la recriminación. A lo largo de la primera ola de angustia y dolor, intercedimos porque en su familia se acercaran unos a otros, que los esposos se apoyaran incondicionalmente y que este suceso tan incomprensible e inexplicable sirviera más bien para unirlos.
Acompáñanos a orar sobre todo porque esta familia se encuentre con un Dios cercano y que sus pensamientos estén apegados a Sus verdades…
…Estamos de paso en este mundo (Juan 14:1-4)
…Aquí no es nuestro destino final, estamos en camino a Nueva Tierra y Nuevos Cielos (Apocalipsis 21)
…Que Dios es bueno, ama a los niños (Lucas 18:16) y cuida de ellos (Mateo 18:10)
…Que los hijos de Dios pasaremos una eternidad juntos y que podemos anticipar desde ya, esta gran reunión (I Tesalonicenses 2:19-20; 4:13-14, 17-18)
…Que nuestros hijos nos son prestados, son regalos de Dios (Salmo 127:3)
Sigamos orando por esta familia, pero que nuestras oraciones no sean: “Oh Señor, que esto nunca me pase a mí”, sino más bien, oremos, “Dios manifiéstate en la vida de esta familia.”