Una parte vital de un IFI son las oportunidades que les damos para practicar lo que estan aprendiendo. Antes, durante y despues de estas practicas, les damos evaluacion formativa y a continuacion se encuentran sus nuevas perspectivas:
- Ya no los llamo “errores” sino “las lecciones del día.” O sea, está bien equivocarme, es fructífero, me imparte aprendizaje, me da una lección.
- Estoy contenta que me haya ido mal en mi primera práctica supervisada. Fracasar es tener éxito.
- Lamento decirlo pero nunca he dicho que me he equivocado. Así fui criado. Estando en estas clases del IFI, me siento como si estuviera en otro mundo: Para los kinestéticos podemos jugar con juguetes, ¡incluso aun tirárnoslos! Podemos hablar libremente. Y lo más increíble, podemos equivocarnos! Yo no he venido a un IFI, he venido a una Escuela de Dios!
- Lo regué. Bueno, me equivoqué pero no me reclamaron. Más bien, me felicitaron por que la próximo vez, me dejé acompañar y aprendí de mis errores.